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Martín Adán por JImbo (Jim Marcelo)

Estaba el señor don Gato (Martín Adán)

Publicado: 2018-10-01

Por el interesante y curiosísimo blog de José Felix García Alva, Nemovalse, nos enteramos de un aporte de Martín Adán a la investigación Emilia Romero, publicada en México en 1952 con el título de El romance tradicional en el Perú.  

De Emilia Romero sabemos poco, que fue la primera en traducir a Flora Tristán, que investigó a Manuel Odriozola y José Guillermo Leguia, de cuya primera hoja dedicada a Martín Adán se conserva en la Colección de la Universidad Católica; que publicó también el Diccionario Manual de Literatura Peruana y Materias afines (UNMSM, 1966) y se fue a vivir a México después de casarse con Rafael Heliodoro Valle.

De El Romance tradicional en el Perú dice su autora que fue resultado de una observación a los materiales folclóricos que recopiló para el libro Juegos del Antiguo Perú (México, 1943). En estos vio que con cierta frecuencia, en constante mutación y de forma más o menos fragmentaria, aparecían romances tradicionales; de esos que los españoles comenzaron a traer en el siglo XVI.

De ahí, pues, su interés por presentar, a modo de informe actual sobre la situación de estos romances, las distintas versiones que en ese entonces, 1940, se podía recoger. Uno de estos fue Don Gato, para el que se consignan dos aportes de un solicito Martín Adán. Estos son: 

a) Recibida por Martín Adán de un escritor puneño:

Estaba el señor don Gato
muy sentado en el tejado,
tejiendo la media media
y el zapatito calado.
Pasó la señora Gata
con sus ojos deslumbrantes,
el gato de puro miedo
se cayó tejas abajo.
Llamaron a los doctores
porque el caso era muy grave,
los doctores recetaron
un trozo de buena carne
y una vara de longaniza.

b) Dada a Martín Adán por niño de 12 años:

Estaba el señor don gato
sentado en un tejado,
tejiendo la media media
y el zapatito picado.
Pasó la señora Gata
y le hizo una reverencia
y el Gato por darle un beso
se cayó del techo abajo.
Se rompió media cabeza,
se desconcertó un brazo.
Llamaron a los doctores,
médicos y cirujanos
todos a una voz dijeron
que don Gato está muy malo:
matemos una gallina
y que tome el tibio caldo,
y que haga testamento
de todo lo que ha robado.
Había robado:
ocho varas de longaniza,
ocho de tocino rancio,
y la olla de una vecina
que también la había robado.
A las doce de la noche
el señor don Gato murió
y la Gata se puso luto,
los gatos capotes largos,
y los ratones de contento
bailaban sobre el tejado
diciendo: gracias a Dios
que se murió este condenado.


Una versión reciente de este romance en canción infantil. 




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Barranco de cartón

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