Silbas tú con el tranvía (Alejandro Susti)
Por Alejandro Susti
Ya no recuerdo exactamente cuándo fue que leí por primera vez La casa de cartón. Solo puedo decir que cada vez que he regresado a ella he vuelto a encontrarme rodeado por el Barranco aldeano de comienzos del siglo XX: Barranco orillero (como lo hubiera llamado Borges, quizás) a un paso del campo, alejado de Miraflores y Chorrillos tal como los describe Juan de Arona en La línea de Chorrillos, Barranco con su Malecón de los Ingleses y su Bajada de Baños, Barranco de ranchos, molinos, verjas de madera y altas glorietas; Barranco por el que necesariamente se pasaba camino a La Herradura de las carpas de lona del verano, bajo las gigantescas copas de los árboles de la avenida Pedro de Osma.
Escrita con un virtuosismo y dominio únicos del lenguaje en nuestra prosa, con la sensibilidad e irreverencia de un adolescente entregado al placer de sentirse a la vez parte de y fuera del mundo que lo rodea, La casa de cartón recoge, a su vez, los ecos de otra novela mayúscula de la literatura moderna: En busca del tiempo perdido de Marcel Proust. Aun cuando existen obvias diferencias en términos de la extensión y desarrollo de la novela del escritor francés, hay en La casa de cartón un aliento muy proustiano que consiste en presentarnos el despertar de la conciencia artística en un joven particularmente inconforme con el medio social en el que vive. Para mí, es en este “no pertenecer” en donde se anidan la originalidad y potencia expresivas de la novela de Adán.
Más que musicalizar La casa de cartón –tarea imposible, a decir verdad– compuse hace unos años una canción titulada Underwood (que aparece en el álbum que lleva el mismo nombre y que hace homenaje también al magistral poema ubicado en el corazón de la novela), que recrea el Barranco aldeano de comienzos del siglo XX, tal como es representado en el libro. Para la letra de la canción tomé prestadas algunas frases y versos (“Y ahora silbas tú con el tranvía, muchacho de ojos cerrados”; “raro invierno, lelo y frágil”; “No quiero ser feliz con permiso de la policía”, por ejemplo) así como algunos de los personajes y escenarios evocados por Adán: los cinemas, las viejas beatas, la presencia eterna del mar. Todo ello amalgamado sobre una base rítmica oscilante de compases de 7/8 con detenciones abruptas y que se cierra con una fuga final.
U N D E R W O O D
(desde La casa de cartón de Martín Adán)
Pasan cables, postes, caras
ruedan, ruedan tus anteojos
silbas tú con el tranvía
por los techos cuelga el cielo
tú no quieres al invierno frágil como el viento
Duermen, duermen los cinemas
una vieja se persigna
por los muros de las casas crecen los fantasmas
El mar es una fruta
una mujer desnuda
en tu piel, en tu piel
Quiero ser feliz de a chorros
una nube sin retorno
lejos, lejos viaja el tiempo
sobre bicicletas lentas
nunca pide el permiso de la policía
El mar es una fruta
una mujer desnuda
en tu piel, en tu piel
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Alejandro Susti estudió en la Pontificia Universidad Católica del Perú en donde concluyó estudios en Lingüística y Literatura. En 1991, viajó a Estados Unidos y completó un doctorado en Literatura en la Universidad Johns Hopkins (Baltimore-Maryland). Regresó al Perú en 1999 y desde esa fecha ha publicado los poemarios Corte de amarras, Casa de citas, Cadáveres, Escombros de los días, El río imaginado (Copé de Plata, XV Bienal del Premio Copé Internacional) y Staccatos. Ha publicado como investigador Seré millones. Eva Perón. Melodrama, cuerpo y simulacro (Rosario: Beatriz Viterbo), como co-investigador, Ciudades ocultas. Lima en el cuento peruano moderno; Umbrales y márgenes. El poema en prosa en el Perú contemporáneo; Espléndida iracundia. Antología Consultada de la Poesía Peruana 1968-2008; y como editor, La luz tras la memoria. Artículos periodísticos sobre literatura y cultura (1945-1965) de Sebastián Salazar Bondy, Tomos I & II y Lima la horrible. Como compositor y músico, ha editado siete álbumes. Actualmente ejerce la docencia en la Universidad de Lima y en la Pontificia Universidad Católica del Perú.
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