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LCC 40. El fragmento no reconocido en La casa de cartón

Publicado: 2015-10-18

Por Jorge Valverde / Barranco de cartón

Una de las tantas cosas bonitas de La casa de cartón es que convoca a la filología, es decir, al gusto especial por acercarse lo más posible al sentido original del texto, a las pretensiones o premisas del autor. Ello, en este libro como en muchos otros, supone un trayecto de reconstrucción donde debe echarse mano al contexto político y social en que surge la obra, su genealogía artística y literaria, las acepciones históricas de algunas palabras, el marco que da la biografía del autor y las constantes o variantes, si es el caso, de una edición a otra.  Sobre estos dos últimos aspectos quisiéramos hacer algunos apuntes antes de citar el fragmento que damos como no reconocido en el título de esta nota.

De sobra se sabe que Martín Adán era un autocorrector incorregible, excesivamente riguroso, inseguro (“Soy un animal acosado por su ser / Que es una verdad y una mentira” (1)) y crítico con su obra. Está, por ejemplo, aquel conato de carta a “Percicito” sobre unos sonetos a publicarse en La Prensa en que le pide no olvidar la diéresis, que sin diéresis hay sílaba de menos, y remata cachacientamente diciéndole que si no tienen diéresis, la vaya a pedir a los otros diarios (2). O los tantos otros poemas corregidos a puño y letra, habiéndose estos publicados ya en periódicos, revistas o libros. Discreparía pues con Borges en aquello de que se publicaba para no seguir corrigiendo.  

Martín Adán conocía del estado de creación maravilloso y siempre inconcluso que las palabras ofrecen, donde lo publicado puede resultar accesorio ya que “Escribir es interminable / Escribir es, en absoluto, en dios, necio” (3). Es más, al leerlo le recorre a uno la sensación de que frente a la Poesía el acto mismo de escribir es una osadía, una profanación.  

Tanta fue la despreocupación del poeta por lo publicado que sus biógrafos coinciden al afirmar que varias de las obras que le conocemos fueron no solo iniciativa de sus amigos, sino que incluso ellos se encargaron de conformar el libro. Él, a lo sumo, pareciera mostrar su aquiescencia con un silencio resignado.

La casa de cartón no es la excepción. Cuenta José Antonio Bravo (4) que cuando le preguntó a Adán por la ubicación de los Poemas Underwood dentro del libro, éste le contestó con algo parecido a un “ah, no sé, pregúntele eso a Sánchez”. ¿Qué, entonces Luis Alberto Sánchez, quien se encargó de la edición príncipe, también armó el libro con aquello que su alumno del Deutsche Schule perpetraba en libretas de propaganda farmacéutica del tío médico mientras paseaba por Barranco? Supongo que difícil saberlo.

PORTADA DE LA edición príncipe, 1928

DETALLE de GATITOS en la primera página del texto

DETALLE DE LA TIPOgrafía para los "poemas underwood"

Ejemplar de La casa de cartón en la Colección Martín Adán de PUCP, obsérvese la belleza de los detalles y la tipografía.

Lo que sí consta, aunque Luis Vargas lo considere un “misterio jovial” en comparación con los cientos de puntos relativos a los otros libros de Adán (5), es que no son pocas las versiones, variantes y correcciones en La casa de cartón: la primera edición con ¿100, 300 o 500 (6)? ejemplares que circulan de manera privada ("clandestino", dice en las dedicatorias) hace ya 87 años salió con erratas, a ellas alude el mismo Adán con “edición malograda” en las dedicatorias que podemos ver en las imágenes que insertamos aquí; varios de estos ejemplares, entre los que se sabe, los de Xavier Abril, Adolfo Westphalen y otro en la Biblioteca de Riva-Agüero del que Luis Vargas ha hecho hasta 49 anotaciones filológicas tienen variantes y correcciones autógrafas del propio Adán; la segunda edición y primera comercial de 1958 (casi por estos años) trae innovaciones y correcciones supuestamente del autor, pero también nuevas erratas; y la hoy edición fijada – que todavía sale con un para nosotros misterioso “editado de acuerdo con las normas de la nueva Ortografía de la lengua española (2010)” - corresponde pensamos a la de Ricardo Silva Santisteban en el reciente 2006 (7). Así las cosas, cualquier publicación seria de La casa de cartón que se precie de tal debe pues sino postular criterios ecdóticos, al menos, indicar qué ediciones tiene como base.

página con dedicatoria a honorio delgado

Ejemplar de La casa de cartón en la Colección Martín Adán de PUCP, dedicado a Honorio Delgado. 

Dicho todo lo anterior, y yendo por fin al punto de esta nota, presentamos una duda: para poner o sacar algo de un libro de Adán, ¿se puede dar como razón la "voluntad autoral"? Eso dicen las más recientes reediciones para excluir uno de los fragmentos o pasajes que junto a 9 más se publicaron en la revista Amauta entre diciembre de 1927 y enero de 1928, donde, como se sabe, apareció de manera parcial por primera vez La casa de cartón, libro que si incluimos éste y los Poemas Underwood presenta en total 40 fragmentos o pasajes. 

Revista AMAUTA y detalle de la primera vez que se publicó la casa de cartón

A nosotros, en este caso, nos deja dudas apelar a la voluntad del autor para este descarte, no nos parece suficiente. Preferiríamos motivos del tipo de los de Manuel Beltroy para la edición de Travesía de Extramares cuando para poner unos sonetos argumenta que “corresponden por espíritu y cronología al conjunto de poemas del texto original”, y para sacar unos epígrafes sostienen que “en razón de que la materia epigráfica es de por sí extraña a la propia obra" (8).

Aquí los dejamos con el fragmento en cuestión, el LCC 40, publicado solo en Amauta en 1927 y en las ediciones de La casa de cartón que, entre las más de quince, sacaron Santillana y la universidad La Católica en el 2006: 

"¿Cuáles eran nuestras ideas? La verdad, no las teníamos. Creíamos vagamente en vaguedades vaguísimas. Ramón lo dudaba todo. Yo soñaba a gritos con la monarquía. Un rey loco y santo, un Felipe Segundo que me hiciera su primer ministro… Enviaría yo a Ramón de embajador extraordinario a Pequín, y edificaría un castillo de azulejos en la cima del San Cristóbal… Daría yo de comer a todos, y al que se quejara lo haría mi privado… Ramón creía que alimentar imbéciles era una imbecilidad, pero esto lo creía de mala gana. Lucho Mos era terriblemente socialista; llevaba una caricatura verduzca de Marx y una lista de ajusticiables en la cartera; no oía misa los domingos y fiestas de guardar, aunque comulgaba en la cuaresma. Manuel era el absurdo mentor de estos muchachos absurdos: a cita insigne de uno de nosotros, repetía puntualmente la réplica famosa de Fulano en tal capítulo de tal libro, en letra cursiva. Manuel creía todo lo que decía en el momento mismo de decirlo, y era, por lo tanto, el más seguro en sus palabras, ajenas pero magnificas."

____________________

(1) Fuente Benavides, Rafael de la [ Martín Adán, seud.]. Obra poética en prosa y verso. Escrito a ciegas.- Lima, PUCP, 2006.

(2) Carta de Martín Adán a Percy Gibson ("Percicito") de 1947 que publica Luis Vargas en Hueso Humero, número 34. 

(3) Fuente Benavides, Rafael de la [ Martín Adán, seud.]. Obra poética en prosa y verso. La mano desasida, Escrito para una amiga (Celia Paschero).- Lima, PUCP, 2006.

(4) Entrevista en septiembre de 2015. 

(5) Vargas Durand, Luis. Martín Adán.-Lima: Brasa, 1992

(6) Mirko Lauer en su libro Exilios interiores dice 500, Luis Vargas señala 100 o a lo sumo 300 ejemplares. 

(7) Fuente Benavides, Rafael de la [ Martín Adán, seud.]. Obra poética en prosa y verso.  op. cit.

(8) En nota introductoria de Travesía de Extramares de 1950. 


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