“Por mi gusto y por mi placer” (1)
Las fotos de Baldomero Pestana.
Por Jorge Valverde / Barranco de Cartón.
La vergüenza expuesta desde el arranque: no sabía quién era Baldomero Pestana, tanto no lo sabía que omití sus créditos en los primeros banner que sacamos de Martín Adán en Barranco de Cartón, allá por enero. ¿Podía consolarme tontamente el hecho de que prestigiosas universidades en recientes publicaciones tampoco lo mencionen al igual que diarios a nivel nacional? Pensé - y pienso - que no, mejor era suplir el error. Googleé, pregunté y me enteré que hay fotos de Pestana en el Museo de Arte de Lima (MALI) desde el año 1997, que se venía una exposición sobre su obra en estos días en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) y que con su foto a Víctor Raúl Haya de la Torre hacia 1962 se hicieron los billetes de 50000 intis.
"Me llamo Baldomero Pestana, no hay segundo apellido ni segundo nombre […] En esa época ser hijo de madre soltera era algo muy duro. Mi madre no me quiso, mi padre nunca me reconoció. Tuve la suerte de nacer como un hombre libre [...] Descubrí enseguida que los primeros dictadores que uno tiene que aguantar son la familia, los padres. Y algunas veces son dictadores crueles y te arruinan la personalidad. Empecé a ver que yo era diferente de los otros, en mi comportamiento y en mi forma de pensar". (2)
Gracias a la exposición en el MAC, curada por Fietta Jarque y Alejandro Castellote, hoy sé que Pestana nace en Castroverde, Galicia, un Día de los Inocentes de 1918. Cuatro años después, cuando ya se cocinaba la dictadura de Primo de Rivera, su familia migra a Argentina. Allá hace de sastre mientras España se aleja cada vez más por cortesía de Francisco Franco. También hará de camarero para recorrer Europa. Y ya con 35 años, y casado con Velia Marina, avizora lo que se le viene a Domingo Perón y quiere ir a Cuba, pero las primeras incursiones de Fidel Castro lo disuaden. Así recala pues en el Perú a fines de los cincuenta y permanece durante los gobiernos de Manuel Prado y Ugarteche y Fernando Belaunde Terry hasta que otra vez ve que la política se ensombrece con la figura ahora de Juan Velasco Alvarado y se va a Paris. Desde la Ciudad de la luz viaja por el resto del mundo hasta que finalmente regresa a España con 90 años y más de 17000 negativos de fotos. Fallece un mes antes de la exposición en el MAC siendo ésa la única vez que no parte a tiempo. (3)
Mientras hacía de sastre, a los 20 años comenzó a tomar fotos con una cámara Hasselblad para exteriores y una Linhof (“el Rolls Royce de la fotografía”) para estudio, más un flash de siete kilos. Registra bodas, fiestas, participa en catálogos y colabora con revistas hasta que puede vivir de ello, reconocimiento mediante. En el Perú trabajó para el El Peruano y las revistas Fanal y Caretas.
En el documental La imagen reb/velada de Andrea Vázquez García a Pestana se le ve apacible, como quien se sabe complacido con lo hecho, pero también se le nota riguroso, con la precisión del apasionado. Dirá que en exteriores su referente principal es el trabajo de Henri Cartier-Bresson (4), con eso de querer capturar un instante.
No obstante, a modo de proyecto personal, Pestana desarrolla un interés especial por los retratos. Se trata de componer un lugar, propiciar un clima, una escena y capturar un rostro interesante que muestre a la persona. “A un hombre hay que sacarle la vida interior, si no, no hay retrato”, dirá y uno medio fotófobo no puede dejar de recordar aquello que los aborígenes pensaban sobre el alma robada. Pero retratar implica también modelar, escritores y artistas con quienes media la admiración posarán para él: “piensen en sus hijos”, “en alguna travesura reciente” (5). Jarque sugiere que quizá tuvo a Irving Penn (6) como fuente de inspiración.
En este quehacer Pestana entonces descarta retratar a Borges porque piensa que una mirada sin vida no vale la pena, sería una ofensa para el modelo. De Vargas Llosa dirá que “su excesiva juventud y su físico de galán eran un inconveniente... Con el tiempo, su rostro se ha vuelto interesante” . A Gabriel García Márquez tuvo que tomarle más de ciento y pico fotos. Las hechas a Roman Polanski no le convencen, fueron de alguna manera impuestas al tratarte del pedido para un cuadro Herman Braun-Vega. Pero se encuentra satisfecho, sí, de la foto que le hizo a José María Arguedas: “hay una ventana, y en la ventana, una ramita sin hojas […] Uno está tomando fotos y sabe cuándo ha disparado la gran foto, lo siente" (7)
Parece pues clara la separación que el fotógrafo hace de sus fotos por encargo, para vender, y las que hizo por su gusto y por su placer, las que nunca comerció. En las primeras, la última palabra las daba el cliente; en las últimas, lo primero era la calidad que él mismo se exigía; así, por ejemplo, en éstas prefiere usar luz ambiente para resaltar justamente lo íntimo. De allí pues que resulte curiosa, y a contrapelo de lo expuesto hoy en el MAC, la nota siguiente que tomamos de la web del fotógrafo sobre su primera exposición en Lima hace ya casi cincuenta años. Dice con cierto repecho el cronista en La Tribuna: “En su segundo salón, el del sótano de la IAC, Pestana ha retratado lo que generalmente se llama ‘gente conocida’. Casi toda ella con mérito. Pero nos proclamamos abiertamente partidarios de la magnífica serie de positivos que se exhibe en la sala alta de la institución citada”. Casi, ojo. ¿Será que hace 50 años la presencia de alguno de los retratados no la ponía fácil?
Sobre las fotos a Martín Adán no cuesta nada imaginar a Juan Mejía Baca como impulsor, "lo hizo bañarse, peinarse, ponerse un terno, hasta llevó un sombrero que ya estaba pasado de moda” (8). Quizás las fotos fueron primero para el Diccionario Enciclopédico del Perú que publicaba el editor, pero luego también para que quedaran buenas fotos del poeta, escribe Jarque.
Sabiendo de la reticencia habitual del poeta para con las fotos y de las fechas en que éstas fueron tomadas, sorprende tanto la diferencia de aspecto entre unas y otras como la comodidad que luce en varias de ellas. Esto último puede deberse en general a las circunstancias y alientos que refiere su biógrafo Luis Vargas Durand (9) para aquel momento: después de años en que la vida de Adán toca los más patéticos apuros y abandonos salen en 1958 las reediciones de La casa de cartón y La rosa de la espinela, y en 1959 la crítica de Mario Vargas Llosa, se encuentra con Allen Ginsberg (1960) y llega a Lima Celia Paschero (1960). Faltaría muy poco para que se reencuentre con la escritura, salgan nuevas publicaciones y, con ellas, nuevos reconocimientos.
Pero también se puede pensar que en aquellas sesiones, por momentos, el buen semblante del poeta sea mérito de Pestana, lector finalmente, a quien le había gustado muchísimo La casa de cartón. “A veces la leía para mí en voz alta” comenta contento (10). Carmen Rico Coira, pariente del fotógrafo nos dice “la idea de ir a Barranco ha sido de Pestana porque admiraba al artista, porque adoraba el libro/poema y sobre todo porque le gustaba rodear dentro de lo posible al fotografiado de su mundo. Fueron en el coche de Baldo, un Volkswagen escarabajo color plata. […] En los últimos tiempos cuando la vista disminuía leía en su ipad, y los últimos días era yo quién le leía. La casa de cartón ha sido nuestra última lectura.”
Pero así como sorprende la comodidad y buen semblante de Adán también llama la atención las disimilitudes. En otra sesión de fotos en la librería de Juan Mejía Baca está un Adán algo disminuido, con notario menos peso, barba rala, saco cruzado desgastado y mal encorbatado. Las fotos figuran firmadas en 1959, un año antes de las que comentábamos arriba. Carmen Rico Coira me cuenta que Pestana recordaba que estas fotos las había hecho en las tantas veces que iba por una u otra razón donde el editor y encontraba siempre al poeta, eran épocas en que Adán incluso se quedaba a dormir en la librería. Al respecto, Marco Aurelio Denegri cuenta que ante su interés por aprovechar las sesiones y ver al poeta, Mejía Baca le advirte que debía ser un domingo porque esos eran los días que por desolados había escogido el poeta.
Son pues fotos valiosísimas que dan testimonio excepcional y entrañable del Martín Adán de los cincuenta. Mientras lo escribo recuerdo haber visto una foto en la colección PUCP donde se le ve al poeta medio socarrón, medio hablando, entre que sonríe y protesta, seguro justo soltando una ironía. Nota aparte merecerán las fotos con su amigo Juan Mejía Baca.
De las fotos de Martín Adán en Barranco y aquella junto a Juan Mejía Baca y a Raúl Porras Barrenechea se sabe que fueron tomadas pocos días antes de la muerte del historiador: el 23 de septiembre de 1960, señala Vargas; Pestana recuerda en video el 24 (13). Del lugar para la triada intelectural el biógrafo dice que fue en la librería de Mejia Baca, pero el fotógrafo recuerda más bien la casa de Porras.
En esta sesión vemos pues al poeta repuesto en comparación a las anteriores, con sombrero, saco clásico oscuro a rayas y chaleco. Por una de estas fotos - la ponemos abajo - estamos (sí, varios, todos) sumamente agradecidos con Pestana ya que a estas alturas son una de las pocas evidencias, fuera de las que figuran en los libros, que indican que la casa ubicada en el pasaje Sánchez Carrión (antes calle con pista, hoy el popular Boulevard), número 131, fue donde se escribió La casa de cartón. Foto útil en verdad porque no han sido pocos los barranquinos entendidos que preguntaron si con seguridad ésa era la casa, circunstancia en que sacábamos el celular y mostrábamos la foto. No es la única foto de Martín Adán junto a su casa, hemos visto varias en revistas y diarios. Unas tomadas desde la avenida Bolognesi, otras desde Grau. Otra donde sale parado en la misma entrada. Resulta esto pues un buen ejemplo del valor documental de estas fotos. Cuestión que puede quizá en algunos casos entrar en conflicto con la pretensión estética hacia las mismas del autor. Lo digo pensando en la cantidad de negativos que dejó, su sentido documental, y la voluntad de él para no dar a conocer ninguna foto de la que no estuviera plenamente satisfecho.
De las fotos reunidas en el MAC, un tema me llama la atención: la solemnidad. Jarque parece atribuirla al estilo elegante y sobrio del fotógrafo. Mario Vargas Llosa en el texto de presentación de la muestra pone el peso en los retratados, se trata de “guerreros solitarios” que intentan con las fotos sobreponerse a las dificultades que les planteaban sus vocaciones. No lo sé. Pero me gusta, sí, la descripción que hace Pestana de la luz limeña: plástica, que redondea los objetos.
Y también me gusta leer la prensa argentina donde uno puede encontrarse con esta foto y texto sobre Teresa Burga. Por quien espero sinceramente que en estos momentos varios museos y galerías en Lima estén corriendo frenéticamente para ver quién la trae primero.
"Tenía todo para ser olvidada: artista, mujer, peruana, conceptual cuando se esperaba que pintara folklorismos, rebelde en una sociedad patriarcal, con una obra desmaterializada, cercana a la ciencia, pero con contenido político…".- María Paula Zacharías
Salgo del MAC con varias inquietudes: ¿hasta qué punto son imágenes de él o sobre ellos?, ¿alguna de estas fotos ayudará a inmortalizar a cuál de ellos, si es el caso?, ¿tenemos aquí el mejor póster de la literatura peruana (14)? ¿las fotos a escritores son, o terminarán siendo, un género dentro del retrato? Pero también salgo con una certeza: bien por Baldomero Pestana, bien por los que hacen las cosas por gusto y por placer.
____________________________
(1) Así sus presenta sus motivos en el documental La imagen reb/velada de Andrea Vázquez García.
(2) Jarque, Fietta. Baldomero pestana. retratos peruanos.-Lima: MAC, 2015
(3) Más sobre la vida de Baldomero Pestana y sus otros oficios aquí:
(4) Henri Cartier-Bresson (Francia, 1908 - 2004). Tiene muchas grandes fotos, quizá los besos las más icónicos.
(5) Jarque, op. cit.
(6) Irving Penn (Estados Unidos, 1917 - 2009). Aquí tremenda foto a Truman Capote. Por o para la película le tomarán una igual a Philip Seymour Hoffman.
(7) Jarque, op. cit. Colocó por aquí una reflexión reciente de Wim Wenders que “cuanto más luches por encontrar un lenguaje específico que te permitirá mostrar lo que tienes ante ti (es decir, cuanto más te esfuerces en hacer una ‘buena foto’), más nobleza tendrán los sujetos que fotografías y más únicos se sentirán”.
(8) Idem.
(9) Vargas Durand, Luis. Martín Adán.-Lima: Brasa, 1992
(10) Vázquez García, Andrea (dir.) La imagen reb/velada [documental].- 2014
(11) Esta foto, que parece recortada y manipulada, con un Martín Adán para nosotros en la más inusual de las actitudes, sereno, ducho; ha sido la base del logo de nuestro proyecto: Barranco de Cartón.
(12) Piñeiro, Andrés (ed.) Martín Adán. Entrevistas.- Lima: PUCP, 2011
(13) Vázquez García, op. cit.
(14) Decía Rodrigo Fresán que el mejor poster boy de la literatura en español es la foto de Julio Cortázar que tomó Sara Facio.